miércoles, 24 de febrero de 2016

Chau, varón.

Los tubos se esfumaban con los fonemas eternos: un Malbec y tres Cabernet.
Cachito tocó las cuerdas de siempre. Alfonso todo lo de hoy.
Lo hicieron juntos y de tal forma, que los duendes aparecieron una vez más. Se sentaron en la mesa de los cuatro treintañeros, que miraban anonadados los movimientos de las frenéticas vigüelas.
El narigón, rompiendo el silencio aunque en susurros, pidió una lapicera.
Nadie lo escuchó.
Esperó.

Zamarreó a uno en busca del elixir. El otro, en otro mundo, sacó de su bolsillo una vieja pluma de licor. El tercero observó la velocidad de las letras volcadas en una servilleta de papel. Consumió en un minuto una servilleta. Las dos carillas. Agarro otra. Y otra. Todos jeroglíficos.

A los dos minutos los miré de vuelta, estaban rogandole desesperados servilletas a unas Ivonnes que tenían sentadas cerca.

Observé al rato a Martita, alma del lugar que se hace pasar por camarera. Iba de mesa en mesa charlando con amigos (cuando entrás ya lo sos). Lo que más me llamó la atención fue que en sus frecuentes recreos, se sienta en mesas azarosas, para escuchar enamorada los tangos con los que vibra cada noche.
El varón Alfonso Paz después de "Muñeca brava" y "Naranjo en flor", refirió que iba a cantar un tango surgido una media mañana post noche de los Duendes. Hizo ademán a las guitarras y todos supimos que se venía un gran momento.
Temblé.
Agarré el celular y lo filmé:


Excelente es que nadie está apurado (si la noche ahí no termina).
Se hizo presente una vez más nuestro amigo Forn:
"-Por dónde querés que empiece.
 -Por donde quieras. No te preocupes por el tiempo: tenemos toda la noche. Hasta que termines no va a amanecer."
Escuché a un tipo decir: "Qué lástima que ya no nos dejan fumar acá adentro". Pablo se apuró para responderle: "No nos veíamos las caras".




Ayer cuando partí, me dijeron: "Tomá esta tarjeta. Si un día está cerrado, mostrala que pasas". 
El destino o mi intensa distracción hicieron que olvide los aurículares. A las diez cuadras llame al número de la tarjeta y me atendió Martita. Eran ya las siete de la matina y el sol me pegaba en la cara. Martita respondió "Te los guardo nene, pero mañana pasate de vuelta".
De Los Duendes Bar", para toda la humanidad.
Fotos de la Revista Ajo: "La tanguería"



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