jueves, 16 de febrero de 2017

Gorritos de sol.

El papá, sentado detrás de los gurises, se pone de pie tres cuadras antes de Rejón. Mira al de cuatro de arriba, que luce su nuevo gorrito de sol.
Baja la cabeza, a la altura de los ojos del pequeño, que están bien cerrados. Lo alza, para no despertarlo. El pequeño siente la protección, abraza al hombro y la remera de algodón.
La sensación de dormir y el te extraño mamá.

El hijo de doce, sentado desde la ventanilla, agarra su mochila negra. Mira a los dos y siente demasiada ternura, casi que lo avergüenza.

Se bajan a una cuadra y media del mar con dos reposeras, una pelota de goma naranja y blanca, muchas palitas de plástico y baldes de arroz.

Sin mirarse van de la mano. 


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